Miguel A. Príncipe Aunque la gente se aturda Diré sin citar la fecha, Lo que la mano derecha Le dijo un día a la zurda. Y por si alguno creyó Que no hay izquierdas con labia, Diré también lo que, sabia, La zurda le contestó. Es, pues, el caso, que un día, Viéndose la mano diestra En todo lista y maestra, A la izquierda reprendía. ''-Veo, exclamó con ahinco, Que nunca vales dos bledos, Pues teniendo cinco dedos, Siempre eres torpe en los cinco. Nunca puedo conseguir Verte coser ni bordar. ¡Tú una aguja manejar! Lo mismito que escribir. Eres lerda, y no me gruñas, Pues no puedes, aunque quieras, Ni manejar las tijeras Para cortarme las uñas. Yo en tanto las corto a ti, Y tú en ello te complaces, Pues todo lo que no haces Carga siempre sobre mí. ¿Dirásme, por Belcebú, En qué demonios consista El que, siendo yo tan lista, Seas torpe siempre tú? ''-Mi aptitud, dijo la izquierda, Siempre a la tuya ha igualado; Pero a ti te han educado, Y a mí me han criado lerda. ¿De qué me sirve tener Aptitud para mi oficio, Si no tengo el ejercicio Que la hace desenvolver?'' La izquierda tuvo razón; Porque, lectores, no es cuento: ¿De qué os sirve el talento Si os falta la educación? Mil gracia a mi profe de lengua por descubrirme algo tan bonitooo!!! |
11.11.11
aunque la gente se aturda
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